En Brasil se encuentra la fraternidad del Sagrado Corazón de Jesús, en Petrópolis. Los primeros franciscanos llegaron a este lugar en 1896. Hoy llamada también “ciudad imperial” porque venían con el fin de prestar asistencia religiosa a los inmigrantes europeos, especialmente alemanes. Además de las celebraciones litúrgicas y otras actividades parroquiales, los religiosos se involucraron en la instrucción, la música, la producción de materiales gráficos y editoriales. Además, incluso hoy los franciscanos prefieren este lugar para profundizar los estudios teológicos. Este lugar tiene por tanto la misión de acoger, formar a los hermanos y también interactuar vivamente con las diversas realidades.

Actualmente residen allí 39 hermanos que trabajan juntamente con otros colaboradores que frecuentan el convento. A causa del elevado número de personas que circulan en la casa, surgen muchas preocupaciones, una de las cuales es el manejo ideal de los desechos. En 2017, aunque tímidamente, la Fraternidad practicó la recolección y la separación del material reciclable como servicio interno, tratando de sensibilizar el ambiente para la ecología. Actualmente la mayor apte del material ha encontrado finalmente el destino apropiado, sea para el reciclaje, sea para el compostaje, para evitar lo más posible una disposición inadecuada en la recolección diaria de los desechos.

Se ha creado una iniciativa que ha ayudado en la realización y la expansión de este proyecto. La administración local del servicio de energía recibe material reciclable de sus clientes y concede descuentos sobre la tarifa de energía eléctrica con base en su peso. Desde el comienzo de este proyecto hasta febrero de 2020, 3.500 toneladas de materiales reciclables se han separado y dispuesto adecuadamente. Además de la adecuada disposición de dichos materiales, esto ha entrado en el ciclo energético generando pequeños pero significativos ahorros sobre los costos de la energía.

Como la Fraternidad ha tratado de ampliar la perspectiva de la reducción de gastos y del cuidado de la casa común, se ha empeñado en hacer factible la adquisición y puesta en marcha de un sistema energético fotovoltaico instalado a comienzos de 2020. Si bien el costo del sistema es elevado por su instalación, se irá recuperando a largo plazo. En este primer semestre, han sido evidentes los efectos positivos desde el momento de la puesta en funcionamiento, garantizando la producción de energía eléctrica en el consumo total de las exigencias de la Fraternidad (consumo promedio de 2567 KW).

Dicho lo anterior, hemos caído en la cuenta de que la Fraternidad ha logrado conjugar una economía (sus gastos) con algo que garantiza una mejor utilización de los recursos naturales para las condiciones esenciales de la vida humana. Sin embargo, sabemos que el factor económico no siempre acompaña las iniciativas consideradas “limpias”, “renovables” o asertivas para el cuidado del ambiente. Este es el momento en que la conciencia de los franciscanos por el cuidado de la casa común debe buscar sobre todo lo que es justo, no necesariamente lo más económico.

Fr. Gabriel Dellandrea
Fr. Roger Strapazzon